El Comité de ética de la Agencia Valenciana Antifraude se constituye tras la designación de sus integrantes

València, 22 de marzo de 2022.- El pasado 10 de febrero de 2022 la Agencia Valenciana Antifraude aprobó el Código ético y de conducta para su personal que recoge los principios éticos y los valores de buen gobierno que deben informar toda la actuación de la Agencia y regulará la imparcialidad, la confidencialidad y la conducta que necesariamente debe observar el personal en especial en lo que respecta al conflicto de interés.

En el capítulo IV de dicho Código se prevé la creación de un Comité de ética que velará por la adecuada aplicación del código y que ayude a solventar todas las controversias que puedan surgir. Una vez designadas las personas que formarán parte de este Comité de ética se procedió a su constitución la semana pasada.

El Comité está formado por dos personas externas a la AVAF las cuales han sido designadas por un periodo de cuatro años a propuesta del Consejo de Dirección de la AVAF. Se trata de Antonio Penadés Chust y de Mª Luisa Cuerda Arnau.

En el caso de Antonio Penadés Chust es vocal del Consell de Participación de la Agencia dando de esta forma cumplimiento a lo recogido en el artículo 35, apartados 1 y 2, en el que se señala que el Comité estará formado por personas externas a la AVAF, siendo una de ellas al menos miembro del Consell de Participación.

Por su parte, Mª Luisa Cuerda Arnau es catedrática de Derecho penal especialista en derechos fundamentales de la Universidad Jaume I de Castellón.

La tercera persona integrante del Comité de ética que ha sido elegida entre el propio personal de la Agencia mediante votación es Amparo Martí Puertes, jefa de Unidad de Soporte y Pericia.

Con las designaciones de estas personas se da así mismo cumplimiento al artículo 6.3 que señala que el Comité estará integrado por un máximo de cuatro personas, tres de ellas externas de entre profesionales de reconocido prestigio en el ámbito de la defensa de la ética, la integridad y la transparencia públicas, entre los cuales, al menos uno será jurista y otra elegida entre el personal de la Agencia.

Entre las funciones del Comité de ética se encuentran velar por el cumplimiento del Código ético y de conducta: promover su difusión e interiorización por parte de las personas destinatarias; informar sobre las dudas o consultas que se puedan plantear en los supuestos de interpretación del Código; atender las denuncias internas a que se refiere el Código; formular recomendaciones sobre los incumplimientos del Código o elaborar un informe anual en el que se explique el grado de cumplimiento del Código.

El Código Ético está disponible en la página web de la Agencia y se puede acceder a través de este enlace:

https://dogv.gva.es/datos/2022/02/18/pdf/2022_1132.pdf

Organizaciones éticas

“El primer paso en la evolución de la ética es un sentido de solidaridad con otros seres humanos.”

(Albert Schweitzer)

Una organización ética es aquella que está diseñada para que su estructura y funcionamiento se correspondan totalmente con el interés general, así como con los principios de legalidad, objetividad, transparencia, eficacia y eficiencia. Además de lo anterior, y también en consecuencia, en una organización ética se fomenta el desempeño público ético, la cultura de la integridad pública y el desarrollo de los valores que le son propios, proyectando esos valores hacia el exterior. Destacamos diez elementos de las organizaciones éticas:

1.- Procedimientos electrónicos bien conformados. Que el funcionamiento interno de una organización debe ser electrónico es algo que ya no ofrece debate alguno en el momento presente. Este tipo de funcionamiento abarcaría tanto los procedimientos como el resto de procesos funcionales de la entidad. Es clave el trabajo previo de catalogación, simplificación y reingeniería procedimental. La desburocratización es imprescindible. A partir de ahí, los expedientes electrónicos se componen de documentos electrónicos firmados y/o sellados electrónicamente, conformados a través de actuaciones también electrónicas realizadas dentro de un sistema fehaciente, trazable y rastreable que impide o dificulta hasta el extremo la posibilidad de trampear. Todo ello acaba finalmente en un archivo electrónico que debe cumplir los requerimientos legales, y sobre el que a su vez se apoyarán la transparencia y la memoria histórica de la institución.

2.- Servicios electrónicos de calidad. Este punto hace referencia a la parte externa de la administración electrónica, referida fundamentalmente a la adecuada configuración de las plataformas de uso público, aunque también podrían estar incluidos otros instrumentos como las redes sociales o la atención telemática. Estas plataformas deben permitir un uso efectivo, intuitivo, sencillo, eficaz y accesible. No deben solicitarse documentos que ya obren en poder de la Administración, ni tampoco datos comprobables por esta. Con carácter general, la burocracia debe reducirse al máximo, incorporando en la medida de lo posible declaraciones responsables. El exceso de burocracia es una modalidad de corrupción. También debe priorizarse el uso de los sistemas de identificación, salvo que legalmente fuera imprescindible la firma. Además, los distintos servicios deben garantizar el cumplimiento de los esquemas nacionales de seguridad y de interoperabilidad.

3.- Automatización de procesos simples. En este momento ya sería deseable un cierto grado de automatización de determinadas actuaciones, generando con ello una mejora en agilidad y eficiencia. Los procedimientos y actos reglados permiten una mayor incorporación de este tipo de mecanismos, habida cuenta de que en ellos no interviene un juicio de valor. La herramienta principal de la automatización es el sello electrónico, en especial el sello de órgano que se estampa de forma automática en sustitución de la firma electrónica del empleado o autoridad. Deben identificarse previamente los procedimientos, actuaciones y documentos a los que se aplicará. Más allá de los sellos (de entidad, de órgano, de tiempo, etc…), el funcionamiento extraprocedimental de la entidad debe incorporar progresivamente los algoritmos, como herramienta de programación avanzada e instrumento de ayuda en la gestión, garantizando en su caso la adecuada supervisión humana especialmente en los casos en los que resulte necesaria la ponderación de las circunstancias.

4.- Medidas para la legalización de la contratación pública. La contratación pública ha sido y aún es uno de los focos principales de la corrupción. Antes de acudir a cualquier tipo de licitación, debe realizarse el informe de necesidad. Salvo que se justifique lo contrario en algún caso concreto, no puede contratarse externamente un servicio que ya corresponde a un departamento interno. Debe promoverse la concurrencia, incluso en los contratos menores, y en estos debe quedar al menos un registro fehaciente de todas las actuaciones. Dicha información se publicará de acuerdo con lo dispuesto en la Ley. Una mayor planificación evitará en todo caso la proliferación de determinados contratos menores que se corresponden con necesidades periódicas y repetitivas, y por tanto previsibles. Se aconseja asimismo el uso de los llamados sistemas de racionalización, como las centrales de compras o los sistemas dinámicos de adquisición. Los pliegos de cláusulas administrativas contemplarán las vicisitudes relativas a la ejecución del contrato, disminuyendo con ello de la conflictividad y la judicialización, especialmente en las grandes concesiones y contratos de larga duración. Deben evitarse los fraccionamientos y, en la medida de lo posible, los modificados. Todas las fases de la vida de un contrato deben realizarse a través de los medios electrónicos, especialmente la licitación mediante una plataforma pública o privada homologada que permita la presentación encriptada de las ofertas, pero también la preparación, la formalización, la parte administrativa de la ejecución y la facturación. En un estadio más avanzado, el archivo y registro de todas las actuaciones se puede realizar mediante el uso de la tecnología blockchain.

5.- Salvaguarda activa de los derechos de la ciudadanía. El ordenamiento jurídico reconoce a las personas, como tales, derechos de distinta índole. Tras el aseguramiento sin fisuras del libre ejercicio de los derechos fundamentales y, tras estos, los de participación democrática y los sociales, el grado de desarrollo de los llamados derechos administrativos es relevante como termómetro de una sociedad avanzada. En nuestro ámbito tiene especial importancia el derecho de acceso a la información. La Administración trabaja por y para la ciudadanía. Los usuarios no deben quedar desatendidos de ninguna de las maneras. Las oficinas de atención ciudadana en la actualidad se denominan “de asistencia”, nomenclatura que debe aplicar en su sentido literal. Las actuaciones de oficio no solo deben reservarse para los procedimientos de tipo sancionador, sino también para el reconocimiento o autorización de derechos preexistentes de las personas que no los solicitan. Sin perjuicio de lo ya indicado en el punto dedicado a la licitación, con carácter general deben articularse adecuadamente los procedimientos legales que correspondan en cada caso y que aseguren la concurrencia y la selección en condiciones de publicidad e igualdad (subvenciones, procesos selectivos, contratos, autorizaciones…). Finalmente, la dimensión más moderna de los derechos de las personas debe estar enfocada a la justicia social y la sostenibilidad (económica y medioambiental).

6.- Transparencia de segunda generación: datos abiertos. Publicar la información que establece la Ley ya no es suficiente. En todo caso, una organización no es transparente únicamente por tener un portal, y mucho menos si este no es totalmente electrónico, accesible, interoperable y si la información que contiene no es reutilizable. En este punto debemos mencionar de nuevo el derecho de acceso a la información, cuya salvaguarda marca la diferencia entre la transparencia teórica y la real. Asimismo, debe considerarse el concepto “Gobierno abierto” en toda su dimensión: publicidad activa, acceso a la información, rendición de cuentas, y participación y colaboración efectivas. El llamado “buen gobierno” es transversal, pues se basa en una serie de valores a los que más adelante nos referimos. Asegurado todo lo anterior, el elemento a trabajar es el dato. La tecnología (móviles, sensores, customer experience, etc…) nos ofrece constantemente millones de datos de utilidad pública. Algunos son confidenciales, no solo porque contengan información de carácter personal, sino por cualquier otro motivo legal. El resto se pueden ofrecer para su conocimiento y uso público. Su utilidad es multidimensional, pues favorecen aspectos tan dispares como la iniciativa económica de personas emprendedoras o el mismo fortalecimiento de la democracia. Obviamente, la propia Administración también puede y debe utilizar esos datos para reconfigurar y mejorar sus servicios.

7.- Estructura organizativa interna adecuada. Determinadas organizaciones parecen diseñadas a propósito para ser lentas e ineficientes. La ineficiencia, además, tiene muchas posibilidades de convertirse en corrupción o fraude. Si sabemos que la contratación de un servicio o suministro ordinario no es capaz de gestionarse en menos de tres meses, es muy probable que se intente acudir a alguna otra figura más ágil, aunque sea menos legal. Esta ilegalidad no estaría motivada tanto por el animus de favorecer un interés privado o de contravenir la ley, como por la desesperación de no poder satisfacer en un plazo breve una necesidad pública inmediata. El origen de la lentitud en la gestión puede ser perfectamente de carácter funcional o burocrático (auto burocracia), pero también organizativo. En estos casos, un elemento esencial a la hora de evitar el problema es el establecimiento de mecanismos ágiles de reorganización, debiendo actualizarse, muy probablemente, las relaciones de puestos de trabajo y los organigramas. Ningún servicio puede mejorarse sin modificar los instrumentos organizativos internos. Con el paso del tiempo y de los acontecimientos, determinados puestos de trabajo van quedando descatalogados, mientras que otros deberían redefinirse o crearse. En la cúpula, respecto de los llamados “altos cargos”, lo ideal es una adecuada proporción e interrelación de los puestos políticos y directivos, debiendo ser estos últimos profesionales, no eventuales nombrados por afinidad. En cuanto a los departamentos, las circunstancias actuales nos demuestran que algunos de ellos han quedado sobredimensionados o incluso obsoletos, mientras que otros están saturados o simplemente no existen siendo necesarios, debiendo por tanto dotarse o en su caso crearse estos últimos. En todo caso, la transversalidad, la horizontalidad y el trabajo en equipos debe ir superando el esquema clásico vertical y departamentalizado. En la actualidad gestionamos más bien problemas o situaciones y no tanto expedientes. Y los problemas se resuelven mediante equipos multidisciplinares bien comunicados y coordinados.

8.- Planificación/resiliencia. Estas dos palabras están relacionadas, ya que de alguna manera la resiliencia es la consecuencia de la planificación. La pandemia dejó en evidencia la falta de ambas por parte de una gran mayoría de nuestras organizaciones públicas, mucho más centradas en despachar lo urgente que lo importante, sin una cultura de la planificación y mucho menos de la medición, y por supuesto imponiendo a los empleados públicos un sistema de trabajo por horario desvinculado del rendimiento. En ese momento se dejó perder una gran oportunidad. El trabajo por objetivos debía haber llegado de la mano del teletrabajo. En cuanto a la “alta planificación”, la estratégica, quizá ha quedado puesta en entredicho por los últimos acontecimientos, los cuales nos alejan claramente del enfoque a largo plazo. No obstante, no por ello debemos renunciar a tener una estrategia institucional sólida y estable, una misión, una visión, dentro de la cual encajaremos los planes y las medidas coyunturales.

8.bis.- Capacidad de ejecución presupuestaria. Este aspecto debe ser un subpunto del anterior, pues no en vano el Presupuesto es el plan anual por antonomasia. La capacidad de ejecutar todo el presupuesto dentro del ejercicio es uno de los principales medidores de los aludidos principios de eficacia y eficiencia. No es posible atribuir una buena gestión a quienes no son capaces de gastar todo el dinero que presupuestan, pues los gastos se corresponden con los servicios a desarrollar y con los objetivos a cumplir. La inejecución se identifica por tanto con el incumplimiento. Evidentemente, la razón de fondo de esta incapacidad está relacionada casi siempre o muy probablemente con la ineficiencia funcional ya aludida, la cual, como vemos, tiene consecuencias tanto internas como externas.

9.- Innovación. La no innovación supone la defensa de un statu quo que, con el paso de los años, siempre deviene en obsoleto. Incluso los métodos que funcionan bien durante mucho tiempo deben actualizarse, máxime en las épocas de mayores cambios sociales, como la actual. No querer cambiar equivale a no querer mejorar. En consecuencia, la no innovación es una postura poco ética y muy dada al mantenimiento de determinados “chiringuitos”. Por otra parte, la verdadera innovación, aunque supone cambios, debe estar orientada a la mejora (que es el objetivo), no al cambio en sí (que es el instrumento). De hecho, muchas veces simplemente supone introducir unos pocos cambios, puntuales, estratégicos y de gran impacto relativo. La innovación no consiste en ponerlo todo patas arriba, ya que los cambios totales son extremadamente difíciles de gestionar, y muchas veces tampoco son necesarios. Innovar es una manera de ser, de pensar y de actuar por parte de las organizaciones modernas, debiendo ser cada vez menos rígidas y más líquidas. La flexibilidad es adaptación, y la capacidad de adaptación se convierte en resiliencia.

10.- Fuerte arraigo ético de los empleados públicos. La vocación de servicio público debe ser la verdadera motivación, la más fuerte creencia, la marca a fuego de los empleados públicos. En las organizaciones éticas existe una fuerte interiorización de los principios inherentes a la nueva gestión pública, tales como los de simplicidad, claridad, proximidad, transparencia, racionalización, servicio efectivo a la ciudadanía, agilidad, buena fe, confianza legítima, lealtad institucional, responsabilidad en la gestión, panificación y dirección por objetivos, adecuación de los medios a los fines, cooperación y colaboración, proporcionalidad, evaluación, empatía en el trato con otras personas, igualdad de género. Todo ello en sintonía con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Añadan la total independencia política. El servicio debe entenderse siempre enfocado al interés general, sin matices ni excepciones. Quien se sienta más atraído por la consecución de los intereses particulares tiene la muy legítima opción de trabajar en la empresa privada. Eso sí, la privada-privada, porque una mercantil de capital público es “sector público”. A ver si nos enteramos de una vez.

Víctor Almonacid Lamelas. Director de Prevención, Formación y Documentación de la Agencia Valenciana Antifraude.

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La Agencia Valenciana Antifraude debate sobre corrupción en las aulas del doble Grado de Derecho y Economía de la Universidad de València

#FormaciónAVAF

Se ha celebrado el primer docufòrum del trimestre en las universidades valencianas, en esta ocasión con alumnos del doble Grado de Derecho y Economía de la Universidad de València.

La AVAF desarrolla acciones formativas para ofrecer conocimientos y sensibilización cívica, especialmente a los futuros profesionales, y fomentar una cultura de prevención y lucha contra toda conducta que propicie la corrupción.

En esta ocasión la actividad ha tenido lugar en la Facultad de Derecho de la Universidad de València con alumnado de primer curso del doble grado de Derecho y Economía, con asistencia de 42 alumnos y la participación de la profesora de la asignatura de Organización Constitucional del Estado, Rosario Serra, y el jefe del Servicio de Formación de la Agencia, Anselm Bodoque.

Una vez visto el documental “Corrupción: Organismo nocivo”, el alumnado protagoniza la experiencia formativa con sus preguntas, centradas en el origen y causas de la corrupción, el efecto y costes colectivos que genera (económicos, en calidad institucional y en moral pública), la percepción de la corrupción en nuestra sociedad y respecto a otros países de nuestro entorno, qué hacer ante casos de corrupción. En el mismo debate se aprovecha para hablar de la ética e integridad, así como de la prevención y formación cívica. Y de las funciones y trabajo de la Agencia Valenciana Antifraude, sobre todo, y dado el perfil del doble grado, en los temas de los diferentes costes de la corrupción y el desarrollo normativo tanto desde Europa como en la Comunidad Valenciana.

El debate con el alumnado permite reflexionar con los alumnos sobre los límites éticos y riesgos de la corrupción. El alumnado también se interesó por la recuperación de activos y la protección de las personas alertadoras.

Estas actividades se organizan en colaboración con la Universidad de València, a la cual agradecemos su interés y voluntad de ayudar a crear una cultura de integridad pública y de rechazo al fraude y la corrupción.

Si eres docente universitario, de Secundaria o de Bachillerato y estás interesado en que la actividad formativa “Docufòrum: Corrupción, organismo nocivo” se realice en tu asignatura, no dudes a ponerte en contacto con el Servicio de Formación de la Agencia Valenciana Antifraude a través de formacio@antifraucv.es

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